La energía, lo que pasa todos los días en nuestras casas, en las calles, en las recetas familiares. Lo que vemos todos los días y nos hace querer quedarnos un ratito más.
El enamorarnos de un lugar inesperado, el conocerlo a fondo y llevarlo a lo más alto. El tratar cada ingrediente como una pincelada de una cultura desconocida y utilizar cada plato como un altavoz para que la conozcan. El trabajar con su gente, sus campos y sus playas. El tomar cada rayito de sol en la mitad de un mundo que está listo para conocerlo. El ver a sus niños, sus abuelitas y sus trabajadores.
El escuchar sus canciones, sus vientos y sus olas. Todo eso es lo que nos hace creer en el Ecuador de verdad, en la sazón de siempre, en la cultura completa.
Confiamos en nuestros platos así como confiamos en nuestra gente, y con seguridad podemos decir que el Ecuador Criollo es el rincón que queda por conocer.